miércoles, 27 de febrero de 2008

VIAJE A DINAMARCA. 1ª PARTE (primer dia)

Este fue un día largo y duro. Todas (Raquel, Ángela, María y Cristina) nos encontramos en la estación para coger el tren e irnos a Dinamarca. Llegó la hora, cogimos nuestras maletas, que no eran pequeñas y empezó nuestro primer viaje del día Zaragoza-Madrid. Fueron tres horas que no se hicieron largas pero cortas tampoco. Nos dio tiempo a hablar, hacernos fotos, ponernos en antecedentes sobre Dinamarca…

Una vez en Madrid y tras echarse el cigarro de rigor las fumadoras de turno, fuimos en busca de un taxi para que nos llevara al aeropuerto. El taxi fue un completo robo ¡33€, pero que ladrones son los madrileños!

Por fin llegamos a Barajas, eran las 12 del mediodía y ya estábamos muertas del cansancio….y las incrédulas de Raquel y de mí aun no sabíamos que nos quedaba lo peor. Con un hambre feroz fuimos a por algo de comer y mientras buscábamos algo encontramos a dos compañeros de viaje (Eipi “el finlandés” y Luís “el majo”)

Llegó la hora de facturar. Sin billetes en la mano, con un simple DNI pudimos facturar. Las maletas nos pesaban un poco más de la cuenta pero teníamos que pagar por ellas…así es Ryanair. Las horas iban pasando y la hora de embarcar se acercaba. Subimos al avión y en las tres horas de vuelo nos dio tiempo a hablar, a dormir, a hacer una carta del rey Melchor, a escuchar música…y como no, a comer y es que conforme nuestro destino, Dinamarca, se acercaba el hambre por algún motivo extraño era una sensación que se apoderaba de nosotras sin poder controlar.

Por fin pisamos suelo Danés y lo primero que hicimos…ir a por nuestras maletas. En un primer lugar nos alegramos cuando las vimos salir por la cinta. En un segundo momento, una vez que las cogimos vimos que estaban llenas de un líquido pegajoso que, que sabe dios lo que era eso, aunque bueno lo importante es que no se perdieron, que tal y como son estas cosas…no es poco. Aquí el grupo se dividió. Por un lado “El majo” y sus amigos (Eipi y Santos, el extremeño) se fueron en coche y haciéndonos un gran favor…nos llevaron las botellas de alcohol…guauu que gran detalle. Nos sentíamos en deuda con ellos…tuvieron un gran detallazo…llevarnos tres cosas en su coche…eso no lo haría cualquiera ¡GRACIAS! El segundo grupo lo formábamos Ángela, María, Raquel y yo y lo que hicimos ¿Qué fue? Pues respuesta muy fácil. Comernos una salchicha y es que de algún modo había que pasar la espera hasta que llegara el autobús con destino a Billund (creo que era ese el destino porque entre Odense, Horsens Billund, Aarhus…el lío mental es muy grande)

Era de noche, estábamos muertas del cansancio, el trajín con las maletas… eran un cúmulo de cosas que hacían que nuestras ganas por llegar a “casa” fueran enormes. Tras 40 minutos de autobús llegamos sanas y salvas y solo nos quedaba el último medio de transporte del día, el tren. Nuestras amigas danesas nos hicieron creer que todavía nos quedaba mucho viaje y que teníamos que andar unos tres kilómetros bosque a través y la pobre Raquel se lo creyó todo y llevaba una pena tan grande de la desesperación que no sabía donde meterse. La pobrecita de ella que pensaba que era Madrid-Horsens…
No se como se aclaran es súper complicado ir de lado a lado del tren al autobús un billete para cada cosa…que lío, normal que los daneses sean tan serios, si es que tienen que estar todo el día súper concentrados con los cinco sentidos puestos para no perderse en ningún momento.

No lo podíamos creer…sobre las 12 de la noche…ya por fin llegamos a Horsens. Allí nos esperaba Víctor para darle la bienvenida a Casajús… ¡que bonito que es el amor! Con maleta en mano…nos dispusimos a andar por aquellos suelos daneses en los que no se conocen el asfalto. Todo el suelo hecho de piedras, para dar comodidad a los peatones ¡sí señor, como debe ser, siempre lo práctico ante todo! Llegamos a nuestro destino, la casa de Ángela, subimos los 4 pisos sin ascensor con el equipaje a cuestas y nos plantamos en su habitación. Minutos después bajamos los 4 pisos que habíamos subido y fuimos a Canchanca, la residencia en la que vive Víctor para coger los colchones en los que íbamos a dormir los cuatro días restantes.

Vaya día más movidito. Tras decidir, quien dormía en colchón y quien en la cama, nos pusimos el pijama y sin deshacer maletas ni nada por el estilo nos fuimos a dormir. Todas teníamos muchos sueño y un gran cansancio. Si teníamos en cuenta que al día siguiente teníamos que madrugar para ir a visitar Copenhague…pues dormir era necesario. Raquel pilló el sueño enseguida pero a Ángela y a mí nos costó un poco más. Yo necesitaba ir al baño, tomarme una pastilla de hibuprofeno y hablar de los hombres de Paco…sí, sí tengo esas extrañas necesidades a las 2 de la mañana que le vamos a hacer.
Todo esto en un día y eso que sólo era el comienzo…